En este ajetreado mundo, encontrar tiempo de calidad para estar con nuestros hijos/as puede parecer un desafío, pero dedicar solo unos minutos al día puede marcar una gran diferencia en su desarrollo.
Estos minutos pueden emplearse en actividades simples pero significativas, como leer juntos, conversar sobre el día, jugar juegos interactivos o simplemente pasar tiempo de calidad sin distracciones. Estas interacciones diarias fortalecen los vínculos emocionales, mejoran las habilidades de comunicación y promueven el desarrollo cognitivo y social.
Durante estos momentos compartidos, los niños/as aprenden a expresar sus emociones, a resolver problemas y a desarrollar su creatividad. Además, esta dedicación diaria les brinda una sensación de seguridad y les ayuda a construir un autoestima saludable.
Aprovechar estos 15-30 minutos al día puede ser una experiencia gratificante tanto para los padres como para los hijos/as. Cada momento cuenta, y a medida que vemos cómo crecen y se desarrollan, nos damos cuenta del poder transformador que tienen estos cortos pero valiosos encuentros diarios."
Permíteme compartir contigo uno de estos momentos breves e improvisados y su impacto en nuestras vidas.
Este año tuvimos la suerte de tener solo un día de nieve. Mi hijo y yo no podíamos contener nuestra emoción. Nos aventuramos a disfrutar del paraíso de nieve. Mientras yo me concentraba en construir un muñeco de nieve, mi hijo perdió el interés. Entonces fué y recolectó algunos de sus juguetes y comenzó a recoger nieve. Conociendo su amor por los colores, busqué pintura para decorar el hielo que él había recogido y le enseñé sobre los "raspados" (en México) o "minutas" (en Honduras), deliciosos conos de nieve que disfrutamos en nuestra cultura latina.
Para mi sorpresa, él corrió hacia su triciclo, abrió el compartimento y colocó cuidadosamente los conos de nieve adentro. Luego, agarró su registradora y orgullosamente exclamó: "¡Soy el heladero, mami!" En ese breve lapso, aprendió nuevas palabras, aprendió sobre algo cultural y lo relacionó con recuerdos familiares del camión de helados que pasa ocasionalmente por nuestra casa.
La alegría de este momento muestra cómo las experiencias simples pueden despertar la curiosidad, fomentar conexiones culturales y ampliar el mundo de nuestros pequeños.
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